-34....... 57........ 12......
-Ay, casi!
-68....... 22....... Hummm, se siente olor a quemado!
-Uh! A ver....
-...cha, diga! Soy yo, se me quemó un poquito la punta!
Y así seguían, jugando con los maíces que al lunes siguiente se comerían las gallinas, pasándose el mate recontradulce y caliente, adecuado para esas tardes de domingo que me parecían eternas.
No recuerdo si primero fue una lata de dulce de batata, o una asadera vieja, pero si recuerdo el olor de los primeros braseros de mi Nona.
Los ubicaban casi de acuerdo a leyes físicas intuidas, abajo de la mesa de la cocina (que no por ser mesa de cocina era para seis personas.... no, que va: hasta dieciseis nos sentábamos a esa mesa). Cuando los pies de alguno no llegaban a su orilla, alguien renunciaba un ratito al calor y lo pasaba, "...con cuidado, sin patearlo!", nos habían enseñado.
No sé de dónde salió, o quién se lo regaló, pero un día estrenó uno fabricado, con parrillita alrededor, y unas patitas, muy paquete. Lindo, pero muy difícil de manejar.
Porque los chicos, los nietos, los manejábamos, claro que sí. Solamente bastaba contar con diez años cumplidos, y ya podíamos. Bah, podíamos muchas cosas, pero llenar el brasero nos hacía pasar a otro nivel, era como el preámbulo de empezar a cocinar solas o hacer el asado solos.
Las instrucciones eran pocas, pero estrictas en su cumplimiento:
. No llenarlo hasta el tope.
.Sostenerlo con los brazos firmes.
.Si se sacaban muchas brasas, había que poner tronquitos nuevos, para más tarde.
Repartía calor para todos lados, y no discriminó nunca entre zapatillas de corderoy y zapatos Hormagrand al momento de quemar suelas. Y el olor , dios mío!, el olor del calor mezclándose con la tierra del piso no lo sentí nunca más. Algún aguafiestas le regaló después a la abuela una estufa a garrafa.
No recuerdo ningún lampazo quemado por pasarle cerca, ni haberlo apagado jamás echándole agua. Se apagaba solito, a la noche, cuando ya nos habíamos ido o estábamos durmiendo al calor del abrazo de la Nona....
Y ahora que lo pienso, creo que recordar una cosa me hizo extrañar la otra.