Cuando las ausencias son muy dolorosas, se echa mano a cualquier recurso que resucite al ausente.
(dios bendiga a los recuerdos)
Proyectaba para mi papá una vejez tranquila, lejos de los perros y los rifles, y más cerca de la caña de pescar y los nietos. La imaginaba a mi mamá retándolo porque en invierno volviera tarde de los asados. A la Nati abrazándolo por vicio, a la Ceci llevándolo a ver a Roger Waters, al Román tratando de llevarlo a misa.
Yo podría mirar de lejos (que para eso sirvo), y él, cada tanto, me sonreiría.
Ya no me hincharía porque estudie, y si me diría, 389 veces al día, como se puede querer a los hijos y a la vez, enderezarlos.
Se sentaría conmigo en el patio, cervecita mediante, y me diría: "Siempre supe que eras peronista"
Cómo es posible armar tanto con un ausente?
Porque una vez me llevó de la mano, y en micro hasta su trabajo, me abrió su cajón del escritorio, me dió un Hall´s Strong, me acomodaba el poncho y la medallita de la Viergen Niña, dijo "Petrona, esta es mi muñeca", y no me soltó, ni un ratito, la mano.
(decime, por dios, que estás por acá)
lunes, 19 de diciembre de 2011
viernes, 28 de octubre de 2011
Peter Pantera
Fue cuando subimos al auto con Quique.Él puso la radio y los recuerdos se vinieron de golpe, como una avalancha.
-Uh, Bon Jovi!...
-Qué? te gusta?
-Sí... Me recuerda a...
a...
a...
1989. Diecisiete años y un novio inesperado. El mundo, como siempre a esa edad, contra una, y él en medio, protegiéndome de todo.
Se ganó a mi papá, a mi mamá, a mis abuelas y a mis hermanos más chicos. Entendía mi amor por Morrisey, mis enojos, mis caprichos. Me celaba, me cuidaba. Peter Pantera me adoraba.
Fué el primero (y éso hay que aclarárselo a todas las chicas: él primero nunca se olvida). Cuando dejamos de vernos, mi viejo me dió un sermón que recordaría muchos años después: los que te quieren, no son descartables.
Qué cuernos sucede en la cabeza de una chica de diecisiete años, como para dejar un amor con garantía de por vida, y dedicarse a saltar precipicios.
-Uh, Bon Jovi!...
-Qué? te gusta?
-Sí... Me recuerda a...
a...
a...
1989. Diecisiete años y un novio inesperado. El mundo, como siempre a esa edad, contra una, y él en medio, protegiéndome de todo.
Se ganó a mi papá, a mi mamá, a mis abuelas y a mis hermanos más chicos. Entendía mi amor por Morrisey, mis enojos, mis caprichos. Me celaba, me cuidaba. Peter Pantera me adoraba.
Fué el primero (y éso hay que aclarárselo a todas las chicas: él primero nunca se olvida). Cuando dejamos de vernos, mi viejo me dió un sermón que recordaría muchos años después: los que te quieren, no son descartables.
Qué cuernos sucede en la cabeza de una chica de diecisiete años, como para dejar un amor con garantía de por vida, y dedicarse a saltar precipicios.
martes, 4 de enero de 2011
-Y en qué año llegó?
-Ay! Qué se ió!
-Pero nada te contaron? NADA?
-No te estoy diciendo que ió tenía cuatro años cuando se murió?
-...cachen`dié...
Así se desarrollaba este diálogo, entre los vapores de la sidra y el clerico fizz, el sábado pasado.
La que preguntaba era yo, y la que respondía mi mamá, desconcentrada, mientras jugaba al rummy con la Pauli.
Quien suscribe, desparramada en el sillón, miraba "Promesas del este". En la secuencia del cumpleaños familiar en restaurant, un ruso pelilargo toca en su acordeón "Ojos negros", y toda la familia la corea.
Ahí es cuando la madre (que le hacía trampa a la nieta en las cartas), grita: "Esa canción tocaba mi nono Antonio!!!"
Y despues, el diálogo que reproduje.
Se sabe que Antonio Scafi llegó de Sicilia a fines del siglo XIX. Se sabe que nació un 4 de enero, pero no de qué año. Se sabe que era muy pobre. Se sabe que tuvo siete hijos y enviudó joven, que trabajaba la viña, que todos los varones aprendieron a tocar el acordeón, y que todas las mujeres aprendieron tarde a leer y escribir y temprano a hacer pan y a tener muchos hijos (que a mi modo de ver, es casi lo mismo). Se sabe que todos sabían "Ojos negros", que en sus patios habían sillas de totora, y que fueron cariñosos con sus nietos.
No se sabe en que año murió, porque los testigos jóvenes eran jóvenes, y los testigos viejos se murieron.
Queda una foto de él (que no salga de Desaguadero que la tiene mi mamá), y desde ahí nos mira sonriendo, con unos ojos del color que dicen que tienen aquellos que trae el mar, prolijamente vestido, flaco y enjuto, con boina y bastón. No sé si es negocio que mi vieja la tenga, porque la ve y llora.
y no se sabe nada más.
De la familia que dejó y conozco, las mujeres sabemos amasar, tener hijos, cantar y trabajar. Los varones, reirse mucho, tomar vino, y gritar en la calle tu nombre y abrazarte para saludarte.
Ni uno indiferente al sufrimiento ajeno, ni uno cobarde, ni uno que no sepa consolar.
y creo, si me animara a hacer la prueba, que todos sabríamos "Ojos negros".
-Ay! Qué se ió!
-Pero nada te contaron? NADA?
-No te estoy diciendo que ió tenía cuatro años cuando se murió?
-...cachen`dié...
Así se desarrollaba este diálogo, entre los vapores de la sidra y el clerico fizz, el sábado pasado.
La que preguntaba era yo, y la que respondía mi mamá, desconcentrada, mientras jugaba al rummy con la Pauli.
Quien suscribe, desparramada en el sillón, miraba "Promesas del este". En la secuencia del cumpleaños familiar en restaurant, un ruso pelilargo toca en su acordeón "Ojos negros", y toda la familia la corea.
Ahí es cuando la madre (que le hacía trampa a la nieta en las cartas), grita: "Esa canción tocaba mi nono Antonio!!!"
Y despues, el diálogo que reproduje.
Se sabe que Antonio Scafi llegó de Sicilia a fines del siglo XIX. Se sabe que nació un 4 de enero, pero no de qué año. Se sabe que era muy pobre. Se sabe que tuvo siete hijos y enviudó joven, que trabajaba la viña, que todos los varones aprendieron a tocar el acordeón, y que todas las mujeres aprendieron tarde a leer y escribir y temprano a hacer pan y a tener muchos hijos (que a mi modo de ver, es casi lo mismo). Se sabe que todos sabían "Ojos negros", que en sus patios habían sillas de totora, y que fueron cariñosos con sus nietos.
No se sabe en que año murió, porque los testigos jóvenes eran jóvenes, y los testigos viejos se murieron.
Queda una foto de él (que no salga de Desaguadero que la tiene mi mamá), y desde ahí nos mira sonriendo, con unos ojos del color que dicen que tienen aquellos que trae el mar, prolijamente vestido, flaco y enjuto, con boina y bastón. No sé si es negocio que mi vieja la tenga, porque la ve y llora.
y no se sabe nada más.
De la familia que dejó y conozco, las mujeres sabemos amasar, tener hijos, cantar y trabajar. Los varones, reirse mucho, tomar vino, y gritar en la calle tu nombre y abrazarte para saludarte.
Ni uno indiferente al sufrimiento ajeno, ni uno cobarde, ni uno que no sepa consolar.
y creo, si me animara a hacer la prueba, que todos sabríamos "Ojos negros".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)